Sexo lésbico, mi primera vez con una chica

Redactado por: Carolina
Fecha de publicación: 17 septiembre, 2019

A veces, los momentos más mágicos llegan cuando menos lo esperamos, en días que son totalmente normales, en noches que parecen anodinas, y que en lugar de eso no terminan nunca, porque se convierten en un recuerdo inolvidable, en un momento ideal guardado en nuestra memoria. Mi vida tomó un nuevo rumbo la primera vez que lo hice con una chica. Fue alto tan especial que creo que marcó un punto de inflexión en mi manera de entender el sexo y también la vida. Algo inesperado, la verdad, pero tal vez por ello aún más ardiente. Porque simplemente nos dejamos llevar, sin pensar demasiado en nada, solo disfrutando.

Yo siempre había sido una chica normal en cuanto al sexo. Había tenido varias relaciones, siempre con chicos, y con ellos disfrutaba todo lo que pensaba que era posible. No imaginaba jamás poder llegar a sentir algo así por una chica, pero las cosas pasan sin que muchas veces lo planeemos, y a veces es mejor así. Antes había dado algún que otro beso a alguna amiga, pero siempre como broma, de puro cachondeo. Es cierto que de vez en cuando me sorprendía admirando los cuerpos desnudos de otras chicas en las duchas del gimnasio, por ejemplo, pero lo tomaba como simple curiosidad. Hasta que aquella noche, todo cambió gracias a mi amiga Marta.

Fiestas del sexo: así son los eventos que organizo junto a mi chico

Redactado por: Carolina
Fecha de publicación: 16 junio, 2019

Desde que salgo con mi chico he conocido un mundo nuevo en lo que al placer se refiere.

Lo reconozco, antes de conocerle yo era un poco mojigata. No es que fuera virgen ni nada de eso, pero tenía una visión del sexo bastante limitada. Gracias a él he podido ampliarla muchísimo y ahora puede presumir de tener muchas experiencias inolvidables que además hemos compartido juntos. La alumna ha superado al maestro, y hace un año más o menos yo ya me sentía preparada para dar el paso e ir más allá. Así que le propuse a mi chico celebrar fiestas del sexo.

Lo cierto es que visto desde fuera puede parecer algo demasiado loco o salvaje, pero cuando participas en una de ellas descubres que es mucho más natural de lo que imaginaste, y sobre todo, que hay maneras de disfrutar de la pasión que van mucho más allá de lo que habías logrado probar hasta ese momento. Pero hay que ser valiente y dar el paso. Entiendo que no sea lo mismo para todos, y es que todas tampoco tienen el novio que yo tengo, y que siempre está dispuesto a complacerme en todo lo que le pido. Y si le digo que quiero hacer fiestas sexuales, él no me pone ninguna pega.

Sexo en el trabajo, aquí os traigo una experiencia sexual increíble ¡con mi propia jefa!

Redactado por: Carolina
Fecha de publicación: 2 mayo, 2019

A veces cambiar de trabajo puede ser un verdadero suplicio, y en otras ocasiones es una oportunidad para cambiar de aires y probar cosas nuevas.

Yo comencé a trabajar en la empresa en la que estoy como secretaria hace unos meses, y estaba muy nerviosa sobre lo que iba a encontrarme. En mi anterior trabajo la cosa no fue excesivamente bien y no quería repetir una mala experiencia. Sin embargo, en esta nueva empresa todos parecían muy majos y lo cierto es que me sentí como en casa desde el primer momento, gracias a su amabilidad.

Los jefes, como suele pasar, son figuras temidas por todos, porque al final muchos trabajos dependen de ellos, y hay que llevarse lo mejor posible. En este caso, a mí me toco por jefa una mujer de mediana edad llamada Cristina, que se mantenía bastante bien. Se notaba que hacía deporte y seguramente se habría retocado algo en el cuerpo, porque lo cierto es que podía competir de tú a tú con las chicas más jóvenes, como yo. Desde el primer momento ella se mostró muy amable conmigo y siempre estaba pendiente de mí, para que estuviera cómoda y a gusto en el trabajo. Luego supe que quería algo más…

Ser exhibicionistas: esa gran pasión que compartimos mi chico y yo

Redactado por: Carolina
Fecha de publicación: 13 marzo, 2019

He de reconocer que, desde que empezamos a salir, Pablo y yo hemos estado en un montón de playas nudistas porque nos encanta eso de tostarnos al sol sin nada encima.

En mi caso, no me gustan las feísimas marcas que dejan los bikinis, y en el suyo, disfruta mucho luciendo su trasero torneado en el gimnasio, y tampoco le importa presumir de buen rabo. Siempre que podemos, cogemos el coche y nos vamos a alguna playa cercana en la que podamos estar así, completamente desnudos, porque también nos pone bastante el tema de exhibirnos un poco. He tenido otras parejas antes y a todos les molestaba demasiado el que yo me desnudara en público, pero con Pablo es diferente. Él lo disfruta.

Sé que le pone muchísimo el ver cómo los otros hombres y algunas mujeres me comen con la mirada cuando estamos en la playa. Yo me luzco a propósito para provocarles, y para ponerle más cachondo a él todavía, porque me encanta lo burro que se pone. Muchas veces ha tenido que volverse a la toalla por la tremenda erección que le había provocado al juguetear con él. Pero aquel día fue distinto, porque nos dejamos llevar por completo y nos olvidamos del resto del mundo. Sinceramente, estábamos tan cachondos que solo queríamos disfrutar al máximo del momento, y lo que ocurriese a nuestro alrededor nos daba igual.

Cómo una paja con los pies me hizo descubrir un mundo nuevo de sensaciones

Redactado por: Carolina
Fecha de publicación: 26 noviembre, 2018

El relato de hoy nos lo ha mandado Álvaro, desde Valencia, y estoy segura de que muchos os sentiréis identificados con esta historia con tanto morbo.

Viajé hace un tiempo a Berlín con una de esas compañías lowcost en las que apenas te dejan sitio para respirar en el avión. Por fortuna, iba en ventanilla y solo tenía a una persona al lado. Era una mujer ya madura, pero con un cuerpo espectacular que todavía seguía llamando la atención de los hombres en aquel vuelo, incluso de los más jóvenes.

La mujer era alemana y volvía a Berlín después de unos días en la costa levantina, según me comentó. Traía un moreno muy cuidado y sus grandes ojos azules destacaban sobre su rostro. Domino desde hace tiempo algo de alemán, así que pude iniciar una conversación con ella. Tan bien fue la charla que al llegar al destino, decidí invitarla a cenar. Allí, en un restaurante bastante elegante, seguimos conociéndonos mejor, hablando de esto  y de aquello. La conversación, poco a poco, fue subiendo de tono, y de pronto, sentí como los pies de ella se posaban sobre mi paquete.

Más que amigas, las dos chicas con las que amanecí después de una noche loca

Redactado por: Carolina
Fecha de publicación: 23 noviembre, 2018

Las fantasías sexuales son la gasolina que nos hace estar siempre buscando nuevas formas de disfrutar en nuestras relaciones, esos deseos ardientes que ponen una pizca de lujuria suficiente para que la rutina nunca se haga con el control. A veces las cumplimos, otras veces se quedan sin cumplir, y algunas son tan increíbles que solo  un milagro puede hacernos disfrutarlas. Pero los milagros existen, como el que le sucedió a David, de Granada, un chico que salió de fiesta una noche cualquiera y acabó cumpliendo su más ferviente fantasía.

Era un viernes más en aquel local, el que estaba de moda en las últimas semanas. Mis amigos querían volver allí porque, según ellos, había “muy buen ganado”. El sitio solía estar abarrotado y con la música muy alta, así que no me gustaba demasiado. Estuve incluso tentado de decirles que pasaba de ir allí, pero al final me dejé llevar. La noche empezó como siempre, con algunas cervezas y con todos rastreando el local entero en busca de mujeres hermosas a las que poder tirar la caña. Mis amigos eran de los que hablaban mucho, pero luego nada de nada. Yo prefería ser más callado, pero cuando atacaba lo hacía de verdad.

Y fue entonces cuando las vi, justo al lado de la máquina de tabaco. Con la excusa de comprar un paquete fui para allí y las pude ver mucho más de cerca. Una era rubia, con una delantera impresionante que además sabía destacar con un sugerente escote, y con una carita muy morbosa. La otra, algo más pequeñita, tenía el pelo castaño oscuro y unas buenas tetas, pero lo que de verdad sobresalía en ella era su culo, seguramente de los mejores que yo había visto nunca. Tan ensimismado me quedé mirándolas que ellas lo notaron, pero lejos de enfadarse, empezaron a charlar conmigo.

Había una vez una guarrilla ninfómana con la que recorrí un par de locales de intercambio

Redactado por: Carolina
Fecha de publicación: 23 noviembre, 2018

Las relaciones abiertas están cada vez más de moda, y es que mucha gente se ha dado cuenta de que eso de estar siempre con la misma persona puede ser tremendamente aburrido y de hecho, casi nunca acaba bien. No hace falta que sea una relación cien por cien sería. Tal vez simplemente son dos amigos que se gustan y se divierten juntos, como Amaia y Carlos, de Madrid. Es él quien nos cuenta la historia del mes más cachondo de su vida, compartiendo con su follamiga una experiencia brutal en un club swinger de la capital.

Amaia y yo llevábamos casi un año viéndonos de vez en cuando. No éramos pareja ni nada de eso, de hecho yo también había estado con otras chicas en ese tiempo, pero ella tenía algo especial. Era como mi mejor follamiga, la chica con la que siempre podía contar para cualquier cosa. No era solo sexo, que también, sino esa complicidad que había entre los dos. Nos entendíamos de maravilla, en la cama y fuera de ella, y disfrutábamos mucho juntos. Tanto que incluso se nos ocurrió aprovechar para expandir un poco más toda esa pasión que llevábamos dentro.

Somos dos chicos jóvenes y atractivos. No tenemos muchos problemas en encontrar a gente con la que disfrutar de un buen rato de placer, pero siempre nos ha puesto mucho eso del intercambio de parejas. Hasta ahora, yo no había salido con ninguna chica que estuviera dispuesta a pasar por esa situación. Sin embargo, como no salía con Amaia, y ella sí que era muy cachonda y viciosa, se lo propuse. Estaba encantada e ilusionada, y quedamos en ir durante todo un mes completo a probar las diferentes experiencias de un club de este tipo.

Relato caliente de dos chicas voyeuristas en el vestuario de un gimnasio

Redactado por: Carolina
Fecha de publicación: 23 noviembre, 2018

Hay algo morboso y muy caliente en observar a otras personas desnudas, incluso cuando su intención no sea nada sexual. Todos hemos tenido experiencias en los vestuarios, o hemos soñado con tenerlas. A veces, para que esos sueños se cumplan, solo hay que poner un poco de nuestra parte, como hicieron Marta y Sara, una pareja de morbosas vouyeristas que descubrieron su mutua pasión en un vestuario femenino. Nos lo cuenta Lidia, de Pamplona, que fue testigo de todo ello.

En aquel gimnasio el vestuario femenino era bastante amplio y las chicas no tenían muchos reparos en pasearse medio desnudas por allí, y a veces incluso sin nada encima, lo cual podía ser un poco problemático porque la puerta podría abrirse perfectamente en cualquier momento, y ellas quedaban expuestas. Yo solía ir a las duchas y de allí, salía con mi toalla encima. Pero había otras chicas que simplemente se paseaban desnudas, supongo que orgullosas de mostrar sus cuerpos. Solían ser las más guapas, las más estilizadas y las que mejores curvas tenían.

Y entre todas ellas, había dos que siempre me llamaban la atención. Una era pelirroja, con un cuerpo exuberante y seguramente algún kilo de más, que ella también llevaba con orgullo. Se llamaba Marta y solía venir por las tardes. Era de las que no tenía problema en mostrarse desnuda ante las demás, porque parecía encantarle eso de ver a las demás sin ropa. Me fijaba en su manera de mirarlas y de morderse el labio, algo que me parecía bastante delatador.

Relato de una pareja liberal que logró seducir a la esposa del vecino

Redactado por: Carolina
Fecha de publicación: 23 noviembre, 2018

Para prestarnos un poco de sal, para enterarnos de los chismorreos del barrio, para ayudar con las compras… Los vecinos siempre están ahí, como “amigos por obligación” para muchos, aunque es cierto que esa cercanía geográfica a otras personas ha dado lugar a algunas de las mejores amistades… e incluso algo más. Así le ocurrió a José y Silvia, de Alicante, cuando pusieron el ojo sobre su excitante vecinita nueva.

Cuando llegó aquel matrimonio al barrio nos fijamos en lo jóvenes que eran. No tenían niños, y ella no debía tener más de 27 o 29 años. Rubia, de pelo rizado y con un cuerpo  muy exuberante, llamaba la atención de todos porque además no dudaba en llevar ropa provocativa. La mayoría del barrio la miraba con recelo, pero a Silvia y a mí nos ponía muchísimo. Ya teníamos experiencia en tríos, en incluir a otra persona en nuestra relación, pero nunca se nos había pasado por la cabeza que fuera nuestra vecina, hasta que Carmen llegó a vivir al barrio.

Más allá de los típicos saludos y conversaciones triviales tampoco tratamos demasiado con ella. Sabíamos que trabajaba en casa y que su marido era un importante hombre de negocios que viajaba bastante. Y no tardamos en idear el plan perfecto para seducirla. La vimos despedirse de su marido en la puerta de casa, ya que el iba a salir de viaje por trabajo y estaría unos días fuera. Eso la dejaba a ella sola, y a nosotros con todas las opciones del mundo para llevarla a nuestro terreno. Debíamos ser cautos, eso sí, para que no se asustara al menos al principio.

Aquellas bragas usadas de mi ligue en Tinder que decidí quedarme

Redactado por: Carolina
Fecha de publicación: 23 noviembre, 2018

Las redes sociales y las aplicaciones móviles están permitiendo a muchas personas encontrar a su media naranja, o al menos, a alguien con quien pasar un buen rato de diversión y placer. Es el caso de Luis, de Barcelona, un chico que pensaba que Tinder no servía demasiado hasta que encontró a la chica perfecta.

Cuando me topé con Lucía llevaba más o menos un mes con la aplicación instalada, y había perdido casi toda esperanza. Me había visto con alguna que otra chica, claro, pero la mayoría eran demasiado estrechas y cuando veían que yo iba directo al grano se rajaban. Con ella fue distinto, aunque eso tampoco lo sabía cuando vi su foto por primera vez. Era espectacular, cuerpo de auténtica modelo, unas curvas increíbles y una carita de muñeca que me puso cachondo al instante. Además, en su biografía se mostraba bastante lanzada y sensual, así que decidí marcarla.

Pensaba que, como en tantos otros casos, la cosa se quedaría ahí. Era una tía impresionante y yo soy guapete y tengo labia, pero no se me dan bien este tipo de apps. Sin embargo, a las pocas horas vi que ella también me había hecho match, así que empezamos a hablar. Yo todavía iba con un poco de miedo porque no sabía qué decirle a una chica tan escultural, que seguro que estaba cansada de escuchar siempre las mismas cosas de los tíos. Pero todo fue como la seda.