Más que amigas, las dos chicas con las que amanecí después de una noche loca

Más que amigas, las dos chicas con las que amanecí después de una noche loca

Por CAROLINA

Las fantasías sexuales son la gasolina que nos hace estar siempre buscando nuevas formas de disfrutar en nuestras relaciones, esos deseos ardientes que ponen una pizca de lujuria suficiente para que la rutina nunca se haga con el control. A veces las cumplimos, otras veces se quedan sin cumplir, y algunas son tan increíbles que solo  un milagro puede hacernos disfrutarlas. Pero los milagros existen, como el que le sucedió a David, de Granada, un chico que salió de fiesta una noche cualquiera y acabó cumpliendo su más ferviente fantasía.

Era un viernes más en aquel local, el que estaba de moda en las últimas semanas. Mis amigos querían volver allí porque, según ellos, había “muy buen ganado”. El sitio solía estar abarrotado y con la música muy alta, así que no me gustaba demasiado. Estuve incluso tentado de decirles que pasaba de ir allí, pero al final me dejé llevar. La noche empezó como siempre, con algunas cervezas y con todos rastreando el local entero en busca de mujeres hermosas a las que poder tirar la caña. Mis amigos eran de los que hablaban mucho, pero luego nada de nada. Yo prefería ser más callado, pero cuando atacaba lo hacía de verdad.

Y fue entonces cuando las vi, justo al lado de la máquina de tabaco. Con la excusa de comprar un paquete fui para allí y las pude ver mucho más de cerca. Una era rubia, con una delantera impresionante que además sabía destacar con un sugerente escote, y con una carita muy morbosa. La otra, algo más pequeñita, tenía el pelo castaño oscuro y unas buenas tetas, pero lo que de verdad sobresalía en ella era su culo, seguramente de los mejores que yo había visto nunca. Tan ensimismado me quedé mirándolas que ellas lo notaron, pero lejos de enfadarse, empezaron a charlar conmigo.

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Ellas querían irse de la discoteca y yo me fui siguiéndolas

No sé si pasaron veinte minutos o dos horas, pero el caso es que aquellas dos chicas me mantuvieron allí con ellas durante mucho tiempo. No me acordaba ya de mis amigos, simplemente quería seguir disfrutando de la presencia de aquellas diosas, de sus risas, de sus comentarios subidos de tono, de sus caritas al ver mi reacción. Estaba claro que querían jugar conmigo, pero yo no me iba a arrugar ante ellas así como así. Me mostré encantador, pero también misterioso. Creo que eso les gustó, porque incluso me invitaron a una copa. Cuando nos la terminamos, ellas dijeron que se iban a marchar, porque estaban muy agobiadas allí dentro. Y yo le eché toda la cara del mundo  y les dije que yo también estaba agobiado, y que me iba con ellas. Aceptaron encantadas con sendas sonrisas maliciosas.

Después de unos cuantos chupitos ambas me dicen que es hora de ir a la cama

Llegamos a otro local mucho más pequeño y en el que se estaba bastante mejor. Las chicas tomaban toda la iniciativa y yo simplemente me dejaba llevar. Les mandé un mensaje a mis amigos y les dije que no me esperaran, que me había ido con dos mujeres impresionantes, aunque sabía que la noche seguramente acabaría allí. Y de hecho, tras algunos chupitos de tequila y Jagger, ellas resolvieron que lo mejor era irse a la cama. Ingenuo de mí, pensaba que la aventura había terminado, que querían irse a dormir y dejar atrás ya aquella noche, que había sido muy divertida, pero ya está. Como buen caballero, me ofrecí a llevarlas a casa. Y de nuevo ellas aceptaron con esa sonrisa que me ponía tan cachondo.

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Decido llevarlas a casa para darme cuenta que son más que amigas

En el trayecto de vuelta, me sorprendió que las dos se sentaran en el asiento trasero. Les pregunté si era porque no confiaban en mí, y me contestaron que no, que al contrario. Solo que querían darme un regalito por lo bien que me estaba portando con ellas. En ese momento, mientras yo conducía de vuelta a casa, las dos empezaron a montárselo atrás, besándose de la manera más lasciva que he visto en mi vida, e incluso desnudándose. Si no estrellé el coche fue de puro milagro, pero por fin pudimos llegar a su destino, en donde me dieron las gracias y me dijeron que si quería seguir con la diversión, había sitio para alguien más. Ahí estaba la invitación definitiva para desatar mi lado salvaje. Entré en el piso con las dos y cumplí una de mis fantasías más ansiadas, un trío espectacular con dos chicas ardientes y viciosas.

Al amanecer solo pude confirmar que había tenido una noche muy salvaje

En el fragor del sexo casi ni siquiera pude entender lo que estaba ocurriendo. Me limitaba a disfrutar, a dejarme llevar, los tres nos lo montamos muy bien dándonos placer hasta acabar extasiados. A la mañana siguiente me desperté antes que ellas y pude ver que me había dormido junto a las dos. Ellas estaban soñando plácidamente, desnudas y abrazadas, y aquella imagen me hizo ponerme cachondo de nuevo. Vi que toda la cama estaba deshecha y tuve que pasar un rato buscando mi ropa por la habitación, porque la noche había sido demasiado salvaje. Aquél trío me cambio la vida, desde luego.