Yo tuve a mi propio sugar daddy

Yo tuve a mi propio sugar daddy

Por CAROLINA

Últimamente estoy bastante tiempo en redes sociales. Es algo que no me gusta demasiado, la verdad, porque me quita de hacer otras cosas que considero más interesantes. Pero tampoco puedes ser productiva el cien por cien de tu tiempo, y al final tampoco pasa nada por quedarte un rato echando un vistazo a lo que postea este o aquel. Me gusta mucho ver vídeos de comedia y parodia, para reírme un rato. También encontrar algunas tendencias interesantes en moda y maquillaje, ya que hay muchas chicas que se dedican a ello en Tik Tok o Instagram. De hecho, más de una vez he pensado hacer yo lo mismo, aunque considero que estar todos los días grabando este tipo de vídeos puede resultar demasiado. Además, no me veo con el descaro que tienen esas chicas, medio desnudas y bailando, con frases provocativas y totalmente explícitas. No es que no pueda ser así, pero prefiero dejarlo para la intimidad.

En mi viaje a través de bailes absurdos y trucos para la vida diaria me he topado con una tendencia que parece estar arrasando entre las jóvenes de medio mundo: la búsqueda de un sugar daddy. Se llama así a los hombres maduros y adinerados que ofrecen regalos y todo tipo de atenciones a las muchachas jóvenes que deciden salir con ellos. No es una relación simplemente amorosa, es algo mucho más pragmático. El tipo sabe que la chica está con él por su dinero, y él quiere tenerla por su cuerpo y por su pasión sexual. Yo, que nunca he sido de juzgar porque tampoco me gusta que lo hagan conmigo, lo veo estupendamente. Si el trato es justo para ambos, y las dos partes consiguen lo que necesitan, ¿qué problema ahí? ¿De verdad todavía se sigue pensando que todas las parejas que están juntas viven completamente enamoradas al cien por cien? Yo tengo muy claras las razones por las que saldría con una persona, pero no critico a quien lo hace por otros motivos diferentes. De hecho, yo también tuve una aventura con un sugar daddy, hace unos años, antes de que todo esto se convirtiera en una moda.

Una historia de juventud

Todo sucedió cuando yo apenas tenía 19 años y estaba en la Universidad. Sí, parece la típica historia en la que la chica busca a un millonario que le pague sus caprichos, pero os aseguro no era así… al menos al principio. Yo salía todos los fines de semana a divertirme con mis amigas, y como estaba soltera, porque podía y porque quería, me liaba con quien me daba la gana. Hubo noches en las que pude estar incluso con tres chicos, si me sentía con fuerzas y con ganas. Eran buenos tiempos, aunque ya se sabe que todo eso no dura eternamente. El caso es que acabé aburriéndome un poco de todo ese ritmo de vida, especialmente después de alguna que otra borrachera que se me fue de las manos… Fue eso precisamente lo que me llevó a conocer a Luis, mi propio sugar daddy, ya que él tenía una farmacia muy cerca de mi casa.

Él me concedía todos mis caprichos

Había acudido a aquella farmacia varias veces, pero nunca le había visto a él hasta aquella tarde, cuando fui aquejada de resaca y jaqueca, para ver si me podía mandar algo. Su sonrisa me cautivó desde el primer momento, y yo lamenté haberle conocido en un estado tan poco glamouroso. Sin embargo, creo que le llamé la atención. Acudí otra vez aquella misma semana a la farmacia y allí estaba. Pedí algo que no tenían, y me dijo que no me preocupase, que le diera mi teléfono y me avisaría en cuanto llegase el producto. Así lo hice, pensando que simplemente era un buen profesional. Y desde luego que lo era, porque cumplió con su palabra. Sin embargo, también aprovechó que tenía mi número para entablar conversación conmigo a través de mensajes donde se mostraba atento y cariñoso.

Los chicos de mi edad no eran así, y yo me sentía como una reina, cuidada y atendida por completo por aquel madurito que me doblaba la edad, pero se mantenía estupendamente. Así que entre mensaje y mensaje, algo empezó a surgir entre los dos. Me invitó a cenar y aquella misma noche, sin pensármelo demasiado, me lancé a por él. Me llevó a su lujoso apartamento y tuvimos un primer polvo de esos de fuegos artificiales. A partir de entonces comenzamos a vernos más a menudo, y siempre venía con algún regalo para mí. Un reloj, un collar, un precioso vestido… Yo no le pedía nada, al menos al  principio, porque una se acostumbra muy rápido a lo bueno. Cenábamos en los mejores restaurantes, viajábamos a lugares exóticos… Era como un sueño hecho realidad, me sentía casi como en Pretty Woman.

Uno de mis mejores amantes

Nuestra relación era perfecta, pero aun así, yo no quería contárselo a mis amigas. Sabían que tenía a alguien porque ya no salía tanto de fiesta como antes, ni hablaba de mis amantes de fin de semana. Sin embargo, no imaginaban que era un hombre mucho más mayor y por supuesto, adinerado. Habrían pensado que estaba con él solo por el dinero, pero no era así. Luis era, además de todo un caballero, un amante muy apasionado, de los mejores que he tenido, y puedo hablar con propiedad y con experiencia. Me trataba de maravilla, pero cuando había que ponerse intenso y un poco sucio, era el primero en sacar un lado oscuro que me volvía loca. Además, eso se poder follar en un yate en medio del océano no lo puedes hacer con cualquiera…

Eran cosas que me llamaban mucho la atención, porque es muy sencillo dejarse llevar por esa vida de lujos. Sin embargo, la cosa se truncó al poco tiempo. Supongo que se aburrió un poco de mí, después de haberme disfrutado durante unos meses. Y la verdad, yo tampoco podía enfadarme por aquello. Dejó de llamarme tanto y al final entendí que quería cortar, así que se lo dije claramente. Él me confesó que no estaba preparado para dar ningún paso más en la relación, pero que se había divertido mucho conmigo. Y nos queríamos, a nuestra manera, pero no fue ningún drama el dejarlo. Es más, creo que así nos hicimos mucho menos daño, sabiendo que habíamos disfrutado mucho el uno del otro, que era lo que buscábamos.

Mi consejo para las chicas de hoy

Después de aquella experiencia he vuelto a estar con algún que otro hombre maduro, pero nunca tan rico como Luis. Me di cuenta de que aquello estaba bien, pero yo buscaba otra cosa. Empezando por conseguir todo ese dinero y ese lujo por mi misma, sin depender de nadie. Ese es el consejo que dejo a las chicas que están hoy como locas buscando a su sugar daddy. Lo que ellos te pueden ofrecer lo puedes lograr por ti misma, sin necesidad de estar con ningún hombre solo para ello. Si es tu decisión, adelante, pero piensa en que hoy eres tú la afortunada, pero mañana puede ser otra más joven y más exuberante, que sepa seducirle.