Cómo una paja con los pies me hizo descubrir un mundo nuevo de sensaciones

Cómo una paja con los pies me hizo descubrir un mundo nuevo de sensaciones

Por CAROLINA

El relato de hoy nos lo ha mandado Álvaro, desde Valencia, y estoy segura de que muchos os sentiréis identificados con esta historia con tanto morbo.

Viajé hace un tiempo a Berlín con una de esas compañías lowcost en las que apenas te dejan sitio para respirar en el avión. Por fortuna, iba en ventanilla y solo tenía a una persona al lado. Era una mujer ya madura, pero con un cuerpo espectacular que todavía seguía llamando la atención de los hombres en aquel vuelo, incluso de los más jóvenes.

La mujer era alemana y volvía a Berlín después de unos días en la costa levantina, según me comentó. Traía un moreno muy cuidado y sus grandes ojos azules destacaban sobre su rostro. Domino desde hace tiempo algo de alemán, así que pude iniciar una conversación con ella. Tan bien fue la charla que al llegar al destino, decidí invitarla a cenar. Allí, en un restaurante bastante elegante, seguimos conociéndonos mejor, hablando de esto  y de aquello. La conversación, poco a poco, fue subiendo de tono, y de pronto, sentí como los pies de ella se posaban sobre mi paquete.

pies y tacones

Entonces descubrí que le encantaba el fetichismo de pies

La comida me estaba encantando y el sitio era genial, pero cuando aquella preciosa alemana, de nombre Olga, empezó a tocarme mis partes como quien no quiere la cosa con sus taconazos, me puse como loco con aquello. Era la primera vez que una mujer jugaba conmigo de aquella forma. Estábamos en un lugar público, a la vista de todos y aunque ella seguía con el jueguecito por debajo de la mesa, su rostro permanecía impasible, con una sonrisa de lo más morbosa que me puso aún más caliente. Sabía que aquello no era casualidad. Aquella imponente mujer quería algo más que una simple cena o una charla más o menos fluida. Así que sin pensármelo demasiado decidí invitarla al hotel a tomar una copa.

Nos fuimos al hotel donde me hospedaba

Una vez en el alojamiento estuvimos un rato en el bar, tomando una copa y dejando que el alcohol nos fuera soltando un poco más. Allí no nos conocía nadie, y los primeros besos no tardaron en llegar. Al ver que la situación se iba calentando demasiado, le ofrecí que subiéramos a la habitación para dar rienda suelta a todo ese fuego que nos ardía por dentro. Ella se descalzó y me desnudó de una manera muy sensual, hasta dejar a la vista mi pene. De pronto, se sentó delante de mí y con una maestría increíble, empezó a pajearme con sus pies. Yo estaba completamente extasiado con aquello y entendí que a la chica le iba mucho todo lo que tenía que ver con el fetichismo de pies.

chupar pies

Descubrí ese aspecto extremadamente delicioso de sus pies

Fue una de las mejores pajas que me habían hecho nunca, y ella se sintió satisfecha por haber conseguido que me corriese de aquella forma. Pero la cosa no acabó ahí, ni mucho menos. Fue solo el comienzo de una noche excitante y morbosa en la que los pies fueron objeto de deseo con un protagonismo muy especial. Yo se los lamía, los saboreaba, mientras ella incluso llevaba zapato de tacón, lo que me ponía todavía más cachondo. Me olvidé de todo lo que había fuera y nos dejamos llevar por nuestro instinto, sin pararnos a pensar en si lo que hacíamos era más raro o más normal. Solo quería dar rienda suelta a mis más prohibidos deseos, y aquella noche tuve uno de los mejores polvos de mi vida gracias a Olga y a su pasión por los pies.

Desde ese momento el fetichismo de pies ha despertado mi apetito sexual

Tras esta experiencia, he de reconocer que he encontrado una nueva forma de disfrutar del sexo, algo que casi ya había olvidado. El fetichismo de pies me ha abierto un nuevo universo de apetito sexual que hasta ahora parecía dormido. Era como encontrar una nueva razón para seguir probando cosas nuevas en la cama, y por supuesto, también para buscar a chicas que, como Olga, tuvieran una especial satisfacción por todo aquel fetichismo de pies.

Y así fue como aquel viaje hizo que cambiara la percepción de Álvaro sobre los límites del sexo y sobre lo que nos puede provocar placer. Por eso siempre hay que estar abiertos a probar cosas nuevas y excitantes, porque nunca sabes cuándo vas a encontrar aquello que te haga vibrar de verdad en la cama, esa chispa que encienda de nuevo la llama de la pasión.