Había una vez una guarrilla ninfómana con la que recorrí un par de locales de intercambio

Había una vez una guarrilla ninfómana con la que recorrí un par de locales de intercambio

Por CAROLINA

Las relaciones abiertas están cada vez más de moda, y es que mucha gente se ha dado cuenta de que eso de estar siempre con la misma persona puede ser tremendamente aburrido y de hecho, casi nunca acaba bien. No hace falta que sea una relación cien por cien sería. Tal vez simplemente son dos amigos que se gustan y se divierten juntos, como Amaia y Carlos, de Madrid. Es él quien nos cuenta la historia del mes más cachondo de su vida, compartiendo con su follamiga una experiencia brutal en un club swinger de la capital.

Amaia y yo llevábamos casi un año viéndonos de vez en cuando. No éramos pareja ni nada de eso, de hecho yo también había estado con otras chicas en ese tiempo, pero ella tenía algo especial. Era como mi mejor follamiga, la chica con la que siempre podía contar para cualquier cosa. No era solo sexo, que también, sino esa complicidad que había entre los dos. Nos entendíamos de maravilla, en la cama y fuera de ella, y disfrutábamos mucho juntos. Tanto que incluso se nos ocurrió aprovechar para expandir un poco más toda esa pasión que llevábamos dentro.

Somos dos chicos jóvenes y atractivos. No tenemos muchos problemas en encontrar a gente con la que disfrutar de un buen rato de placer, pero siempre nos ha puesto mucho eso del intercambio de parejas. Hasta ahora, yo no había salido con ninguna chica que estuviera dispuesta a pasar por esa situación. Sin embargo, como no salía con Amaia, y ella sí que era muy cachonda y viciosa, se lo propuse. Estaba encantada e ilusionada, y quedamos en ir durante todo un mes completo a probar las diferentes experiencias de un club de este tipo.

swingers

Primer intento con una pareja deseosa de intercambiar

El primer sábado estábamos un poco nerviosos, he de reconocerlo. Una cosa era disfrutar de un placer intenso y morboso entre nosotros, que ya nos conocíamos bastante bien y teníamos confianza, y otra muy distinta era hacerlo con gente a la que no conocíamos de nada. Pero ahí estaba la gracia, ¿verdad?. Así que nos pusimos guapos y nos encaminamos al local, que por cierto, era bastante más espectacular de lo que yo había imaginado. Todo muy cuidado, con la luz justa, la música perfecta… Nos pedimos un par de cubatas y estuvimos charlando mientras veíamos a las demás parejas alrededor.

No pasó mucho tiempo antes de que una pareja más a menos de nuestra edad se acercara a conocernos. Él se llamaba Alonso y era altísimo y con un cuerpo muy robusto. Su novia, Araceli, era más bajita que Amaia pero tenía unas tetas impresionantes. Charlamos un poco y fueron ellos los que se lanzaron a proponernos el intercambio. Aceptamos encantados casi sin consultarlo entre nosotros, y nos dejamos llevar por la pasión. A Amaia le encantó disfrutar con aquel chico, sobre todo por saber que yo me lo estaba montando con su novia. Y la verdad es que fue una magnífica primera experiencia.

Segundo fin de semana más morboso y picante

Alentados por aquella magnífica primera vez, decidimos seguir con nuestro plan y volver al sábado siguiente. Eso sí, Amaia me tenía preparada una sorpresa para ese segundo sábado. Había quedado con Antonio, un chico al que acababa de conocer y que parecía muy lanzado. Así que quería ver cómo se desenvolvía en aquel ambiente. El chico vino solo, así que yo me mosqueé un poco al principio, porque aquella noche podía quedarme sin disfrutar de un bueno polvo. Sin embargo, ver toda la situación entre él y Amaia me estaba poniendo cachondísimo.

Ella toda lanzada, hablándole de las cosas que habíamos hecho allí mismo la semana anterior, y el chico flipándolo y sin saber muy bien qué hacer. Al final, ella le propuso entrar en una de las habitaciones a seguir conociéndose mejor. Yo fui detrás y aunque el chico al principio era reticente, al final accedió. Me quedé allí sentado mirándoles desnudarse, viendo cómo Amaia se la chupaba a aquel chico que estaba viviendo el mejor rato de su vida. Cuando la cosa ya se puso muy caliente y él la penetraba por detrás, me quité la ropa y le ofrecí mi cuerpo a Amaia, que no dudó en disfrutar de los dos a la vez. Fue una situación diferente, pero muy muy excitante.

swinger club

Fiesta temática la tercera semana

El tercer sábado del mes había una especie de fiesta temática en aquel local swinger, algo diferente que a Amaia y a mí nos llamó muchísimo la atención. Había que ir con un traje elegante como de los años treinta, con sombrero y todo, y ellas llevaban corsés muy apretados y conjuntos muy morbosos y sensuales. Lo pasamos genial bebiendo y bailando allí, porque parecía que habíamos retrocedido de verdad en el tiempo. Hicimos buenas migas con Raúl y Sonia, una pareja algo más madurita, pero que se conservaban estupendamente. Yo le dije a él que tenía una mujer espectacular, y el también me felicitó por mi “novia”. No tardamos en acordar el intercambio, mientras nuestras chicas se lo pasaban en grande besándose entre ellas. Aquel tercer fin de semana también fue muy divertido, pero todavía quedaba lo mejor, el último, el definitivo.

Sauna nudista en el último encuentro

Atraídos y curiosos por lo que pudiera pasar aquella última visita, llegamos al club con más ganas que nunca, pero parecía algo más vacío que de costumbre. Al preguntar al camarero, nos dijo que había algunos clientes en la sauna. Amaia y yo pusimos la misma cara de sorpresa, porque era la primera vez que oíamos hablar de una sauna allí. El chico nos aclaró que era un servicio extra para los clientes, y que era nudista. Sin pensarlo demasiado, pagamos ese extra y nos encaminamos hacia el lugar donde estaban los demás. Había otras tres parejas allí, que nos saludaron al entrar. Todos estaban completamente desnudos y la situación no podía ser más caliente. O sí. De pronto, los chicos jóvenes que estaban a nuestro lado empezaron a meterse mano. Ella le pajeaba mientras me miraba, y yo no tardé en responder. Cuando me di cuenta, los ocho estábamos gozando juntos en una gran orgía de pasión y sudor dentro de aquella sauna. Fue el broche de oro perfecto para nuestro mes más calientes y salvaje.