Categoría: Lésbico

Sexo lésbico, mi primera vez con una chica

Redactado por: Carolina
Fecha de publicación: 17 septiembre, 2019

A veces, los momentos más mágicos llegan cuando menos lo esperamos, en días que son totalmente normales, en noches que parecen anodinas, y que en lugar de eso no terminan nunca, porque se convierten en un recuerdo inolvidable, en un momento ideal guardado en nuestra memoria. Mi vida tomó un nuevo rumbo la primera vez que lo hice con una chica. Fue alto tan especial que creo que marcó un punto de inflexión en mi manera de entender el sexo y también la vida. Algo inesperado, la verdad, pero tal vez por ello aún más ardiente. Porque simplemente nos dejamos llevar, sin pensar demasiado en nada, solo disfrutando.

Yo siempre había sido una chica normal en cuanto al sexo. Había tenido varias relaciones, siempre con chicos, y con ellos disfrutaba todo lo que pensaba que era posible. No imaginaba jamás poder llegar a sentir algo así por una chica, pero las cosas pasan sin que muchas veces lo planeemos, y a veces es mejor así. Antes había dado algún que otro beso a alguna amiga, pero siempre como broma, de puro cachondeo. Es cierto que de vez en cuando me sorprendía admirando los cuerpos desnudos de otras chicas en las duchas del gimnasio, por ejemplo, pero lo tomaba como simple curiosidad. Hasta que aquella noche, todo cambió gracias a mi amiga Marta.

Sexo en el trabajo, aquí os traigo una experiencia sexual increíble ¡con mi propia jefa!

Redactado por: Carolina
Fecha de publicación: 2 mayo, 2019

A veces cambiar de trabajo puede ser un verdadero suplicio, y en otras ocasiones es una oportunidad para cambiar de aires y probar cosas nuevas.

Yo comencé a trabajar en la empresa en la que estoy como secretaria hace unos meses, y estaba muy nerviosa sobre lo que iba a encontrarme. En mi anterior trabajo la cosa no fue excesivamente bien y no quería repetir una mala experiencia. Sin embargo, en esta nueva empresa todos parecían muy majos y lo cierto es que me sentí como en casa desde el primer momento, gracias a su amabilidad.

Los jefes, como suele pasar, son figuras temidas por todos, porque al final muchos trabajos dependen de ellos, y hay que llevarse lo mejor posible. En este caso, a mí me toco por jefa una mujer de mediana edad llamada Cristina, que se mantenía bastante bien. Se notaba que hacía deporte y seguramente se habría retocado algo en el cuerpo, porque lo cierto es que podía competir de tú a tú con las chicas más jóvenes, como yo. Desde el primer momento ella se mostró muy amable conmigo y siempre estaba pendiente de mí, para que estuviera cómoda y a gusto en el trabajo. Luego supe que quería algo más…

Más que amigas, las dos chicas con las que amanecí después de una noche loca

Redactado por: Carolina
Fecha de publicación: 23 noviembre, 2018

Las fantasías sexuales son la gasolina que nos hace estar siempre buscando nuevas formas de disfrutar en nuestras relaciones, esos deseos ardientes que ponen una pizca de lujuria suficiente para que la rutina nunca se haga con el control. A veces las cumplimos, otras veces se quedan sin cumplir, y algunas son tan increíbles que solo  un milagro puede hacernos disfrutarlas. Pero los milagros existen, como el que le sucedió a David, de Granada, un chico que salió de fiesta una noche cualquiera y acabó cumpliendo su más ferviente fantasía.

Era un viernes más en aquel local, el que estaba de moda en las últimas semanas. Mis amigos querían volver allí porque, según ellos, había “muy buen ganado”. El sitio solía estar abarrotado y con la música muy alta, así que no me gustaba demasiado. Estuve incluso tentado de decirles que pasaba de ir allí, pero al final me dejé llevar. La noche empezó como siempre, con algunas cervezas y con todos rastreando el local entero en busca de mujeres hermosas a las que poder tirar la caña. Mis amigos eran de los que hablaban mucho, pero luego nada de nada. Yo prefería ser más callado, pero cuando atacaba lo hacía de verdad.

Y fue entonces cuando las vi, justo al lado de la máquina de tabaco. Con la excusa de comprar un paquete fui para allí y las pude ver mucho más de cerca. Una era rubia, con una delantera impresionante que además sabía destacar con un sugerente escote, y con una carita muy morbosa. La otra, algo más pequeñita, tenía el pelo castaño oscuro y unas buenas tetas, pero lo que de verdad sobresalía en ella era su culo, seguramente de los mejores que yo había visto nunca. Tan ensimismado me quedé mirándolas que ellas lo notaron, pero lejos de enfadarse, empezaron a charlar conmigo.

Relato caliente de dos chicas voyeuristas en el vestuario de un gimnasio

Redactado por: Carolina
Fecha de publicación: 23 noviembre, 2018

Hay algo morboso y muy caliente en observar a otras personas desnudas, incluso cuando su intención no sea nada sexual. Todos hemos tenido experiencias en los vestuarios, o hemos soñado con tenerlas. A veces, para que esos sueños se cumplan, solo hay que poner un poco de nuestra parte, como hicieron Marta y Sara, una pareja de morbosas vouyeristas que descubrieron su mutua pasión en un vestuario femenino. Nos lo cuenta Lidia, de Pamplona, que fue testigo de todo ello.

En aquel gimnasio el vestuario femenino era bastante amplio y las chicas no tenían muchos reparos en pasearse medio desnudas por allí, y a veces incluso sin nada encima, lo cual podía ser un poco problemático porque la puerta podría abrirse perfectamente en cualquier momento, y ellas quedaban expuestas. Yo solía ir a las duchas y de allí, salía con mi toalla encima. Pero había otras chicas que simplemente se paseaban desnudas, supongo que orgullosas de mostrar sus cuerpos. Solían ser las más guapas, las más estilizadas y las que mejores curvas tenían.

Y entre todas ellas, había dos que siempre me llamaban la atención. Una era pelirroja, con un cuerpo exuberante y seguramente algún kilo de más, que ella también llevaba con orgullo. Se llamaba Marta y solía venir por las tardes. Era de las que no tenía problema en mostrarse desnuda ante las demás, porque parecía encantarle eso de ver a las demás sin ropa. Me fijaba en su manera de mirarlas y de morderse el labio, algo que me parecía bastante delatador.