Sexo lésbico, mi primera vez con una chica

Sexo lésbico, mi primera vez con una chica

Por CAROLINA

A veces, los momentos más mágicos llegan cuando menos lo esperamos, en días que son totalmente normales, en noches que parecen anodinas, y que en lugar de eso no terminan nunca, porque se convierten en un recuerdo inolvidable, en un momento ideal guardado en nuestra memoria. Mi vida tomó un nuevo rumbo la primera vez que lo hice con una chica. Fue alto tan especial que creo que marcó un punto de inflexión en mi manera de entender el sexo y también la vida. Algo inesperado, la verdad, pero tal vez por ello aún más ardiente. Porque simplemente nos dejamos llevar, sin pensar demasiado en nada, solo disfrutando.

Yo siempre había sido una chica normal en cuanto al sexo. Había tenido varias relaciones, siempre con chicos, y con ellos disfrutaba todo lo que pensaba que era posible. No imaginaba jamás poder llegar a sentir algo así por una chica, pero las cosas pasan sin que muchas veces lo planeemos, y a veces es mejor así. Antes había dado algún que otro beso a alguna amiga, pero siempre como broma, de puro cachondeo. Es cierto que de vez en cuando me sorprendía admirando los cuerpos desnudos de otras chicas en las duchas del gimnasio, por ejemplo, pero lo tomaba como simple curiosidad. Hasta que aquella noche, todo cambió gracias a mi amiga Marta.

Ocurrió después de una fiesta

Llevábamos mucho tiempo sin vernos, aunque manteníamos el contacto a través del móvil y las redes sociales. Habíamos sido inseparables en la época de la facultad, y aunque aquello ya pasó hace tiempo, de vez en cuando seguíamos quedando. Aquella noche cenamos en un restaurante del centro de la ciudad, bastante elegante por cierto. Desde el primer momento noté que Marta estaba más guapa de lo habitual. Se había arreglado mucho para salir. Me convenció para ir luego a una fiesta donde conocía a varias amigas, y estuvimos allí bailando y bebiendo durante toda la noche. Acabamos destrozadas, y como iba tan cansada, ella me ofreció quedarme en su casa a dormir.

Decidí quedarme en casa de una amiga… y dormimos juntas

La alternativa era coger un taxi hasta casa, que duraría bastante, así que decidí aceptar su ofrecimiento. Llegamos a su casa y le pregunté por las mantas, para preparar el sofá. Ella me sonrió divertida, mientras empezaba a desnudarse. Me dijo que no iba a permitirme dormir en el sofá cuando en su cama había sitio de sobra para las dos. Yo me sentí un poco cohibida al principio, pero no le di mayor importancia. Tampoco iba a ser la primera vez que durmiera con una amiga, así que acepté. Me desnudé, quedándome solo en braguitas, y me puse una de sus camisetas para dormir. Ella, sin embargo, solo se quedó con un espectacular tanga negro que hacía resaltar su imponente trasero. Me dijo que si no le importaba que durmiera así, que siempre lo hacía desnuda. Le dije que en absoluto… y nos acostamos.

Caricias y besos por el cuello

Había espacio para las dos en la cama, que era bastante grande… pero acabamos casi pegadas. Empezamos a hablar sobre nuestras últimas relaciones, y ella me comentó que estaba muy decepcionada con los hombres, porque solo querían disfrutar ellos en la cama, y no tenían en cuenta a las chicas. Yo le di la razón mientras me volvía para mirarla. Allí estaba, a un palmo de mí, desnuda de cintura para arriba y unos labios carnosos que me hipnotizaban. Marta lo notó al instante y se lanzó a besarme. Yo al principio entré en shock, porque jamás pensé que mi amiga pudiera querer algo así conmigo… pero después entendí que era mejor dejarse llevar y disfrutar.

Lo que hicimos en detalle

Los besos eran cada vez más intensos y salvajes. Ella acariciaba todo mi cuerpo y no tardó en hacer desaparecer la camiseta que cubría mis pechos. Al tenerlos ante ella, los empezó a apretar y a mordisquear, y luego yo hice lo mismo con los suyos, más pequeños, pero igualmente deliciosos. Nuestras manos se deslizaban por nuestras vaginas en busca de un placer más intenso. Yo estaba ya mojadísima cuando ella bajó su cabeza hasta mi entrepierna y empezó a darme el mejor sexo oral que había probado en mi vida. Se notaba que tenía experiencia. Me corrí varias veces y estuvimos mucho tiempo disfrutándonos, tocándonos y dejándonos llevar, hasta que caímos rendidas por todo el esfuerzo de la pasión.

Seguimos quedando de vez en cuando

Aquella experiencia me hizo ver el sexo de una forma distinta. Jamás había disfrutado como con mi amiga. No voy a decir que ahora ya solo quiera estar con chicas, porque creo que el sexo con hombres también me aporta algo distinto. Pero es que he descubierto que puedo disfrutar de ambas cosas sin tener que decantarme por una de las dos. Así que de vez en cuando llamo a Marta de nuevo para tomarnos algo, cenar y contarnos cosas… aunque siempre terminamos igual, en su casa, en su cama, dejándonos llevar de nuevo por la pasión como en aquella primera vez. Ella dice que estoy aprendiendo rápido y que soy una amante muy ardiente, y yo le agradezco que me abriese todo ese universo de pasión salvaje.