El chantaje al novio de mi hermana

El chantaje al novio de mi hermana

Por CAROLINA

Mi hermana Laura y yo siempre hemos sido muy cercanas. No tenemos más hermanos, así que nos hemos criado juntas, como compañeras de juegos. Yo soy un par de años mayor que ella, y eso siempre me ha dado ventaja, no voy a mentir. Aunque también soy la que se ha llevado más broncas de mis padres, por ser la primera siempre en hacer las cosas, creo que me ha valido la pena. No niego que, en ocasiones, haya sentido celos de mi hermanita, sobre todo por la manera en la que mis padres la trataban. Es claramente su favorita, por ser además más estudiosa, sumisa y complaciente que yo. Supongo que es el precio a pagar por la libertad de la rebeldía, de hacer lo que uno quiere de verdad, y no lo que le imponen siempre. Hemos tenido muchas discusiones a ese respecto, pero al final, el amor de hermanas siempre se imponía.

Cuando empecé a salir con chicos, mis padres estuvieron aún más encima de mí. No les gustaba que coqueteara con mis compañeros de clase, pero tampoco sabían que ellos eran el último de sus problemas. Mis aventuras con chicos mayores, incluso con adultos ya casados, me dieron muchísima experiencia en su momento. Antes de cumplir los 18 yo ya tenía conocía todos los secretos del placer, y desde aquel momento no paré de experimentar con todo tipo de hombres, y también mujeres. Mi hermanita, para variar, era un poco más sosa en ese aspecto, y no se le conoció novio formal hasta cumplir los 19 años. Para ese momento yo ya estaba en la universidad, disfrutando de los placeres de la libertad de vivir fuera de casa. Cuando visitaba a mis padres charlaba mucho con ella, le preguntaba por sus relaciones, pero solía ser muy callada en ese sentido. No me daba demasiados detalles, y tampoco quería escuchar mis aventuras. Por supuesto, no le dije nada cuando empecé a trabajar en un local como escort profesional, ya que habría puesto el grito en el cielo. Lo curioso es que aquel trabajo me permitió realizar una de esas fantasías que tenía en mente desde hacía mucho tiempo.

Mi cuñado, todo un bombón

Mi hermana tenía 22 años en ese momento, y yo ya había cumplido los 24, terminando la carrera poco antes, y dedicándome por completo al mundo del sexo. Tenía un “trabajo” de tapadera, en el que acudía a una oficina tres veces por semana para arreglar algunos papeles. Como estaba en prácticas, apenas me pagaban, pero aquello me permitía seguir ocultando mi verdadero oficio. Fue entonces cuando mi hermana me presentó a su nuevo novio, Joaquín, con el que llevaba cinco meses. Era, sin duda, el chico más guapo con el que había salido, o al menos que yo había conocido. Alto, cuerpo fibrado de gimnasio, barba de dos días y un precioso pelo oscuro que le caía en forma de media melena sobre los hombros. El chico desprendía una sexualidad brutal, y yo no acababa de entender como había terminado con mi hermana, que sí, es muy mona, pero diría que bastante mojigata en la cama.

Vino al local donde trabajo… y se llevó una sorpresa

Joaquín, Laura y yo nos veíamos de vez en cuando para tomar algo, cenar o ir a algún concierto. Yo a veces me presentaba con algún ligue, pero no podía parar de mirar al novio de mi hermana en todo el tiempo. No sé si ella se dio cuenta o no, pero jamás me dijo nada. Cada vez que quedábamos yo sentía más ganas de lanzarme y proponerle algo, pero por respeto a mi hermana siempre me reprimía. Hasta que un día los astros se alinearon, y tuve la inesperada visita de Joaquín en el local donde trabajaba. Era un jueves por la tarde, y yo había terminado con mi anterior cliente un rato antes, cuando le vi aparecer en la sala donde nos esperan los clientes. Cuando me vio se llevó toda una sorpresa. Me reconoció al instante, pero parecía ser incapaz de creer que yo estaba allí con él.

Yo también me puse algo nerviosa, lo reconozco. No quería que mi familia se enterase de mi secreto, ya que jamás entenderían por qué una chica como yo terminaba como escort. Sin embargo, fui rápida y tome las riendas de la situación. Me acerqué a él y le comenté que era un momento embarazoso para ambos, pero que si guardábamos el secreto, todo podía quedarse ahí. Él no contaría que yo trabajaba como escort, y yo no le diría a mi hermana que acostumbraba a ir a este tipo de locales. Joaquín estuvo de acuerdo en el trato, pero parecía querer marcharse de allí. Sin embargo, le convencí para que se quedara y ya que estábamos…

Me llevé un buen polvazo y un pago doble

Es cierto que me aproveché de mi posición y de su miedo a mi hermana para chantajearle, las cosas como son. Tenía muchas ganas de comérmelo desde hacía tiempo, así que vi clara mi oportunidad. Él, desde luego, no lo tenía tan claro, pero en cuanto estuvimos solos en la habitación conseguí que se olvidará de todo lo demás. Mientras le desnudaba y me llevaba su polla a mi boca, me reconoció que había fantaseado muchas veces con aquello. Que quería mucho a mi hermana, pero yo siempre le había parecido más fogosa. Así que se lo demostré, y me emplee a fondo para complacerle, tomándomelo prácticamente como una competición para quedar por encima de Laura.

El chico, tal y como yo había imaginado, tenía un buen aparato y sabía cómo follar. Nos dejamos llevar por completo, y yo disfrute mucho de aquel polvo, por todo el morbo que lo rodeaba. Le pedía a Joaquín que terminase en mi boca y vi como sus ojos brillaban de pura lujuria. Manchada de semen, le comenté que seguro que mi hermana no le dejaba a hacer esas cosas. Su sonrisa sirvió de respuesta. Cuando estaba a punto de irse, le recordé que debía pagar el servicio. Se quedó un poco extrañado y llegó a decirme que había sido yo la que había insistido para tener sexo. Pero no le iba a dejar escapar así como así. De hecho, no me gustó nada esa respuesta, así que le exigí el doble por mis servicios. Dudó durante unos instantes, pero entendió que yo tenía la sartén por el mango, así que terminó pagando.

Sé cómo guardar un secreto

Así fue como me tiré al novio de mi hermana, que me ponía cachondísima, y además gané un buen dinero por la experiencia. La siguiente vez que nos vimos noté a Joaquín mucho más distante, aunque era entendible. Yo no quise meter el dedo en la llaga, y dejé de insinuarme de manera tan evidente. Guardé su secreto, y él también guardó el mío, por el bien de ambos. Apenas tres meses después, mi hermana cortó con él. Me dijo que estaba segura de que le había engañado con otras, y que había descubierto chats y conversaciones muy calientes con algunas chicas. La consolé como pude, con un poco de remordimiento por haber sido una de las “otras”. Ella siguió con su vida, yo no volví a ver a Joaquín, y jamás le conté nuestro pequeño secreto.