Sexo en una boda, algo más común de lo que parece

Sexo en una boda, algo más común de lo que parece

Por CAROLINA

Aunque a muchas nos cueste creerlo, todavía hay gente que tiene ilusión por casarse y celebrar una boda por todo lo alto. La fiesta, que cuesta una fortuna, tal vez sea la única parte más o menos divertida del matrimonio. ¿De verdad alguien quiere pasar el resto de su vida con la misma persona? Hay cosas que yo no entiendo muy bien, pero parece que todavía hoy son muchas las personas que quieren atarse a otras para siempre… hasta que uno de los dos cae, como es lógico, en los brazos de otra persona, y todo ese amor se termina. Yo soy mucho más pragmática y no quiero compromisos con nadie, aunque no le hago ascos a conocer a gente nueva, porque nunca sabes cuando vas a encontrar a ese chico que te haga llegar al cielo, y no precisamente con  un anillo…

Y es que las bodas también pueden ser un lugar perfecto para encontrar a alguien que nos haga vibrar en la cama, o en cualquier otro sitio donde decidamos dar rienda suelta a la pasión. Se habla mucho de cómo las bodas acaban haciendo nuevas parejas, o al menos, de como los solteros van a ellas en busca de un polvo rápido, sabiendo que hay otros muchos solteros dispuestos a darlo todo esa noche. Yo, que siempre he presumido de ser muy liberal y tener la menta abierta en el tema sexual, me había aburrido como una ostra en todas las bodas y no encontraba sentido a esa leyenda urbana de que hay mucha tensión sexual en ellas… Hasta aquél día en el que un chico muy alto y apasionado me hizo cambiar de opinión.

Mi prima se casó ¡y me tocó ser dama de honor!

El caso es que una de mis experiencias más ardientes tuvo lugar en una boda, aunque suene un poco extraño al principio. Se casaba mi prima y quiso celebrarlo por todo lo alto, invitando a toda la familia. Yo no soy muy amiga de este tipo de celebraciones, pero ella insistió mucho para que fuera su dana de honor, así que acabe preparando buena parte de la boda junto a ella y otras amigas. El color elegido era un malva muy favorecedor, que decidimos llevar cada una con un vestido diferente, aunque relativamente parecido. Yo escogí un escotado diseño que dejaba bien a la vista mis encantos, y que causó sensación ya desde el primer momento. Tampoco quiero echarme flores, pero era la dama de honor más llamativa de toda la boda.

 

Un chico y yo intercambiamos miradas en la ceremonia

Sentía cómo todos los ojos se posaban en mí, sobre todo en mi escote, y no podía dejar de sonreír, por ver feliz a mi prima y también por sentirme deseada por tantos. Ellas también me miraban, con odio y envidia, pero eso me importaba menos. Ya en la ceremonia me di cuenta de que había un chico muy alto y muy guapo que estaba sentado entre los amigos del novio de mi prima, y que no dejaba de mirarme. Me sonreía de una manera arrebatadora y yo pensaba que iba a derretirme. Le devolvía la sonrisa y estuvimos un buen rato así, mirándonos en la distancia, tal vez empezando a pensar en lo que podría pasar si luego nos conociéramos más a fondo… Me pase todo el convite y la comida con mi familia, pero de vez en cuando lo buscaba con la mirada, y notaba que él también estaba muy pendiente de mí…

 

Fue en la celebración cuando surgió la chispa

Ya en la fiesta todo fue mucho más deprisa. Habíamos bebido un poco y yo me notaba mucho más suelta, bailando con las amigas de mi prima, hasta acercarme a él en un momento dado. Nos presentamos y nos pusimos a hablar de esto y aquello. Yo notaba que no podía quitarme la vista del escote, y empecé a juguetear con él, a bailar pegada a su lado, a coger sus manos y ponerlas sobre mi cintura… Al poco tiempo ya notaba una considerable erección en su pantalón, así que me volví y le dije que si estaba contento por verme. El directamente me besó, mientras acariciaba mi cuerpo. La gente estaba pendiente de otras cosas, así que decidimos escabullirnos porque aquello no se podía quedar así…

 

De esta forma acabamos en el baño

Decidimos entrar en el baño de las chicas, que por entonces estaba vació, asegurándonos de que nadie nos había visto. Nos colamos en uno de los retretes y allí dentro dimos rienda suelta a toda la pasión que habíamos contenido hasta ese momento. Él me quitó el vestido y se fue directamente a comerme las tetas, como si llevara un mes hambriento, mientras con la otra mano comenzaba a acariciar mi vagina. Llegado el momento, no dudé en agacharme y quitarlo los pantalones para sacar su pene, que ya estaba bien duro y erecto, y disfrutarlo por completo mientras él cerraba los ojos y me recogía el pelo, marcando el ritmo de la mamada. Jamás pensé en terminar la boda así, pero desde luego, no me estaba arrepintiendo de nada.

 

Y comí perdices (y algo más) y viví feliz…durante el resto de la noche

Después de la mamada él se puso un condón que llevaba en el bolsillo –chico precavido- y empezó a penetrarme allí mismo, mientras algunas chicas entraban al baño. Tuve que contenerme para no gritar de puro placer y que nos descubrieran, pero fue uno de los mejores polvos que he tenido, precisamente por esa excitación de saber que apenas a un metro había un montón de chicas arreglándose. Después de aquello volvimos a la fiesta, pero al rato decidimos marcharnos a un lugar más tranquilo. Me invitó a su casa y estuvimos follando toda la noche hasta que no pudimos más. Desde entonces, mi concepto de las bodas ha cambiado y estoy deseando que mis amigas se casen… para montármelo en las suyas.