El sexo en la playa no es tan morboso como dicen

El sexo en la playa no es tan morboso como dicen

Por CAROLINA

¡Me encanta le verano! Lo paso fatal durante los meses de invierno, con toda la lluvia y el frío, anocheciendo tan pronto y sin poder salir muchas veces… En cuanto llega el buen tiempo, aunque todavía no sea verano del todo, yo me animo ya a sacar mis prendas más sexys del armario y voy con ellas por la calle, luciendo curvas y piel sedosa. Gracias a mi constancia en el gimnasio y a un físico bendecido para mantenerse en forma fácilmente, no necesito hacer la típica dieta antes de este periodo. En cuanto llega el calor, yo saco los bikinis y me lanzo a la playa para disfrutar del sol y del mar, porque es un ambiente que me encanta. Me relaja muchísimo tenderme en la toalla, a veces completamente desnuda, como en las calas naturistas, y dejar que la brise me envuelva.

La playa es un sitio muy especial para mí porque me transmite mucha paz y serenidad. Y no negaré que en más de una ocasión, también ha sido el lugar escogido para tener un encuentro caliente. Simplemente porque surgía la oportunidad, y ese tipo de ocasiones hay que aprovecharlas siempre. Cuando era más joven y veía aquellas películas donde los amantes se revolcaban por la arena, con la pasión a flor de piel y disfrutando del sexo entre las olas, pensaba que no podía haber nada más excitante y romántico. Pero luego una crece y esas expectativas suelen desinflarse cuando prueba el auténtico sexo en la playa, que no es ni mucho menos como el de las películas. No es que descarte por completo echar un buen polvo en la arena, pero según mi experiencia, no es el mejor sitio donde tener este tipo de aventuras, y ahora te contaré porqué…

Mi primer encuentro en la playa

sexo-en-la-playa-2

Era muy jovencita cuando tuve mi primer polvo playero. Creo que diecinueve años, porque ya estaba en la universidad. Había ido con unas amigas al piso que una de ellas tenía en la costa, a pasar una semana de relax y desconexión. Yo lucía ya un buen par de tetas, y no me importaba mostrarlas haciendo topless, pero mis amigas eran algo más mojigatas. De hecho, cuando les propuse ir a una playa nudista cercana, todas me miraron horrorizadas. Yo estaba harta de tener la señal del bikini en la parte inferior, así que las dejé en su playa y me fui sola a la nudista. Allí estuve un rato, prácticamente sola, hasta que apareció un chico que se puso “casualmente” muy cerca. Le miraba a través de las gafas de sol, y me relamía al comprobar que tenía un buen rabo. Se acercó con la excusa de pedirme fuego y… Paso lo que tenía que pasar.

¿Por qué  no me gusta demasiado el sexo en  la playa?

Yo soy una chica muy desinhibida y a esas alturas lo único que quería era aprenderlo todo sobre el sexo y el placer, probar cosas nuevas y experimentar. Así que cuando se me presentó  la ocasión no lo dudé, y le planté un buen morreo al chico de la playa nudista. Una cosa llevó a la otra, y nos olvidamos por completo de dónde estábamos. También es cierto que apenas había nadie allí, porque las parejas mayores se habían marchado un rato antes. Pensé que iba a ser como en las películas… pero nada más lejos. Era muy incómodo hacerlo allí, sobre la toalla. Nos llenábamos de arena y no aguantábamos mucho en una misma postura porque se estaba muy incómodo. Y eso que yo soy de las que lo pueden hacer en el baño de un avión… Pero aquella experiencia no salió exactamente como esperaba, desde luego.

Sexo a ojos de mirones

Hay muchas cosas que me ponen cachonda, pero la verdad es que hacerlo delante de absolutos desconocidos no es precisamente una de ellas. Y aquel día, en la playa, sabía que había gente mirándonos. No desde la arena, sino desde más allá, en una zona con matorrales donde se ocultaban. Eran auténticos mirones que seguramente no se conformarían solo con ver el espectáculo, sino que también se estarían dando un homenaje. Aquello, lejos de ponerme, me resultó desagradable, y me ha ocurrido en otras ocasiones, cuando lo he hecho en la playa. O vas de noche y buscas un sitio muy recóndito, o es complicado que puedas librarte de esos mirones. Habrá quien disfrute de esa situación, pero desde luego, a mí me incomoda bastante. Y no es lo único.

Falta de comodidad

Lo he hecho en parques, en trenes, e incluso en el cuarto de baño de una discoteca, pero seguramente el sitio más incómodo para follar es la playa. Y aunque parezca que hay mucho espacio, y que uno puede disfrutar de esa libertad de hacerlo al aire libre, para mí fue todo un suplicio. La arena no era firme y me molestaba cuando estaba tumbada. Y si me ponía en otra posición parecía todavía peor, porque era incapaz de concentrarme en lo que estaba haciendo. No me sentía cómoda, ni aquella primera vez ni las pocas que ha habido después. De ahí que haya desarrollado esa animadversión a hacerlo en la playa, a no ser que la ocasión sea demasiado buena para dejarla escapar. Si puedo evitarlo y acudir a una buena cama, no lo dudo.

La molesta arena

sexo-en-la-playa-3

Y eso que he dejado lo peor para el final. La arena, la maldita arena, que tanto disfrutaba cuando era pequeña, haciendo castillos y estructuras, y que ahora odio, sobre todo por lo incómodo que es encontrarla incluso días después en algunos orificios de tu cuerpo. Sí, se pueden tomar “precauciones” también en ese sentido. Toallas más grandes, tener más cuidado. Pero ir a la playa supone llenarte de arena, aunque lleves un traje de astronauta. Y no hay nada que me incomode más que estar echando un buen polvo y sentir cómo la boca se me llena de arena, porque no puedo ni siquiera gritar como me gusta. Seguramente, sin la arena todo sería mucho mejor, pero no hay playa sin arena, así que…

No todo es malo

Habrás leído mi testimonio y pensarás que fue una situación horrible, la peor que haya pasado… Y bueno, tampoco es que tenga muchas ganas de repetir, pero he de reconocer que no todo fue malo. Sobre todo, porque un polvo en la playa es diferente al que echas en cualquier otro lugar, para lo bueno y para lo malo. La brisa, la sal, el sudor de las pieles al sol… Todo eso puede ser muy excitante, no te lo niego. Y si además tienes la fortuna de encontrar a un buen semental como el que yo encontré, seguro que vas a disfrutar de una experiencia increíble. Pero ese mismo polvo, en otro sitio más cómodo, sería el no va más, y en la playa… En fin, que yo no la recomienda como el mejor sitio posible para dejarse llevar por el placer.