Ropa interior usada, hablemos de este fetiche

Ropa interior usada, hablemos de este fetiche

Por CAROLINA

Todos tenemos nuestras pequeñas fantasías, manías especiales que tienen que ver con cosas que nos gustan, que nos atraen, que desatan en nosotros ese punto morboso y vicioso. A cada cual le pone algo distinto, porque hay quien prefiere a las rubias y otros que son más de morenas, hay chicas que se mueren por los hombres con melena y las que eligen antes a los que ya tienen poco o nada de pelo. Lo cierto es que sobre los gustos no hay nada escrito, y por ello al final cada cual tiene su propia manera de entender el vicio, la sensualidad y el morbo. Algunos desarrollan fetiches especiales que, sin razón aparente, les ponen muy cachondos. En psicología esto se estudia como parafilias y se convierten en algo realmente especial y digno de estudio.

Y es que hay un montón de parafilias que van mucho más allá de lo que entenderíamos hoy por hoy como normal, si es que esa palabra puede utilizarse ya en su contexto. Porque lo normal dependerá de a quién le preguntes, y de los gustos de cada cual. Existen montones de parafilias curiosas, pero nosotros hoy vamos a centrarnos en una que en realidad sí que es bastante habitual, un fetiche que tienen sobre todos los hombres, pero que también se encuentra en muchas mujeres. Es también curioso comprobar cómo el machismo también está presente en estos fetiches, puesto que los hombres parecen poder tener muchos y hablar de ellos sin problema, mientras que las mujeres lo deben llevar en silencio, como si fuera algo malo. Estamos hablando de tener ropa interior usada de otras personas como fetiche erótico.

En qué consiste este fetiche

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Es algo bastante sencillo, en realidad. Una persona siente la necesidad de estar en contacto con otra, por un deseo carnal y sexual que le hace sentir atracción hacia ella. Y ante la imposibilidad de conseguirla, ya sea porque no se atreve a intentar empezar una relación más cercana, o simplemente porque sus intentos ya han fracasado, lo que busca es tener una parte erótica de esa persona. Y claro, la ropa interior es seguramente la prenda más sensual que podamos encontrar, ya que va pegada a la piel y es lo que nos separa realmente de estar desnudos del todo. Es por eso que muchos han desarrollado ese fetiche de tener ropa interior usada de otras personas, lo que les provoca esa pasión, un aumento del morbo.

El hecho de que la ropa interior esté usada es imprescindible, ya que de lo contrario cualquier podría comprar ropa interior femenina o masculina en una tienda. En ese caso, sin embargo, no existiría ese factor de morbo que une a esa prenda con la persona que nos pone tan cachondos. Eso es lo que crea el deseo,de hecho. El saber que esa prenda que tenemos, sean calzoncillos, bragas o sujetadores, han pertenecido a esa persona que nos pone tan cachondos, y que la ha llevado puesta en más de una ocasión. De hecho, en muchas ocasiones lo que más pone a la gente que tiene este fetiche es poder oler la prenda, algo que no es muy higiénico, desde luego, pero que permite supuestamente sentir más cerca ese morbo y ese vicio.

¿Por qué mucha gente tiene este fetiche?

El fetiche se desarrolla de una forma natural, tal vez porque la persona quiere estar cerca de la otra y la mejor manera que tiene de hacerlo es a través de una prenda íntima. Está claro que estoy puede ser algo raro, pero por eso mismo llama más aún la atención el hecho de que sea un fetiche tan recurrente en tantas personas, especialmente hombres. De hecho, como veremos más adelante, hay chicas que incluso se ganan la vida vendiendo su ropa interior usada. Este fetiche hace que sintamos un vínculo de unión con esa persona, algo íntimo y sexual. Las bragas, por ejemplo, suelen ser la prenda preferida por estos fetichistas, porque es la que más entra en contacto con la parte sexual de la chica, y es como tener “su esencia” con nosotros. Se pueden explicar de mil formas, porque en realidad cada cual entiende el fetiche a su manera.

¿Puede ser un fetiche peligroso?

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Si una persona se llega a obsesionar con esto, evidentemente sí que se puede convertir en un fetiche peligroso. Lo primero es entender que tenemos ese tipo de fijación y que dentro de lo que son las parafilias sexuales puede ser algo relativamente normal. Pero la situación nos puede llevar a tomar senderos peligrosos, como el de robar ropa interior de mujeres a las que apenas conocemos, o directamente, no atrevernos a salir de nuestra burbuja, sino conformarnos con tener esa ropa de interior y disfrutar de ella y de su olor, en lugar de buscar una relación real con alguna mujer. Hay quien simplemente tiene el fetiche de la ropa usada con su pareja, y eso puede llegar a ser algo hasta comprensible, pero salirse de ahí y obsesionarse con todo esto sí que es más peligroso.

Venta de ropa interior usada, un negocio lucrativo

Como ya adelantábamos algo más arriba, la tendencia de este fetichismo se ha hecho mucho más popular en los últimos años, tal vez por la libertad con la que hoy se puede hablar de las parafilias, sin que sean algo negativo per se, y tal vez también por el efecto que ha generado Internet, provocando seguramente que la generación actual sea la más sexualizada de la Historia. Desde luego, este tipo de negocios que se han creado alrededor de los fetiches ha comenzado a tener mucha más enjundia desde que Internet ha logrado imponerse, y con la red, también el intercambio internacional, los foros y las plataformas donde las chicas corrientes pueden mostrarse a cambio de dinero, en vídeos y webcams, ganando una fortuna si consiguen destacar.

Desde hace un tiempo, la venta de ropa interior usada se ha convertido también en  una máquina de hacer dinero para algunas jovencitas que normalmente no tienen reparos en aparecer desnudas en Internet, y que han visto un negocio muy lucrativo en ese de vender su ropa interior, sus bragas, sus sujetadores, su lencería. Este tipo de prendas llegan a alcanzar precios increíbles entre sus fans, que las idolatran y las ven como diosas inalcanzables. Poder tener al menos una prenda con el olor de esa chica es algo que les fascina y pagan lo que sea por ello. El fetichismo ha llegado hasta tal punto que incluso algunas de estas chicas están empezando a vender agua embotellada en la que supuestamente se han bañado antes.