Fantasías de un cornudo

Fantasías de un cornudo

Por CAROLINA

Siempre se dice eso de que sobre gustos no hay nada escrito, y es una verdad como un templo. Cada cual tiene sus preferencias en la música, en el cine, en la gastronomía e incluso en el sexo. Hay hombres a los que les ponen muchísimo las morenas, pero no tanto las rubias, y mujeres que están obsesionadas con  los calvos, mientras que a otras les producen bastante rechazo. Y es algo positivo, porque si a todos nos gustara lo mismo, el mundo sería un completo aburrimiento. Por eso los gustos de cada cual, sus apetencias y sus preferencias, hacen que las relaciones sean mucho más excitantes y divertidas, imprevisibles y alocadas. Como cuando te echas novio y te reconoce, sin ningún problema, que le encanta verte con otros hombres porque le excita muchísimo ser un auténtico cornudo.

Eso es lo que me ha pasado a mí con mi chico, Javi, que no tuvo reparos en comentármelo al poco tiempo de empezar a salir. Nunca había estado con un chico al que le gustase ser cornudo y, de hecho, lo habitual para mí era encontrarme con hombres totalmente opuestos, muy celosos con la idea de que yo pudiera estar con otros. Pero esta nueva faceta me llamó mucho la atención, y como chica de mente abierta que soy, quise ponerme a prueba a la vez que corroboraba lo que mi novio me aseguraba. Jamás pensé tener una experiencia como esta, pero lo cierto es que ha sido una forma interesante de abrirme la mente y poder alcanzar un conocimiento mucho mayor sobre mí misma, mi sexualidad, y sobre todo, la forma en la que la entendemos dentro de esta sociedad, por suerte cada vez más abierta a otras fórmulas que no son la monogamia.

Cuando Javi se convirtió en mi novio

Javi y yo nos conocimos en el gimnasio, hace unos meses. Me llamo la atención porque no era el típico chico que iba allí a lucirse delante de las tías. Tenía un buen cuerpo, eso estaba claro, y sabía cómo lucirlo, pero se esforzaba en realizar bien sus ejercicios, ponía atención en cada uno de ellos, y no estaba rondando a las chicas, como tantos otros que había por allí. Un día me puse muy cerca y empezamos a hablar. Me invitó a una cerveza y poco después nos acostamos por primera vez. Era un chico atento, amable y muy fogoso en la cama, así que yo estaba encantada con mi nueva conquista. Y lo estaría más cuando, al poco de empezar a salir, me reconocería su secreto, algo que, según decía, no podía contar a todos, pero que quería hablar conmigo, porque le generaba la confianza suficiente.

Su gran confesión: le encanta ser cornudo

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Fue un fin de semana que hicimos una escapada a la playa. Allí, como siempre, yo me puse en topless, sin siquiera preguntarle a él que le parecía. Intuía que no le iba a importar, pero a estas alturas no me voy a frenar de ser como soy por un chico. El caso es que, como es habitual, los hombres se me quedaban mirando cuando pasaban, y yo no tenía ningún problema en exhibirme. Me gusta mi cuerpo y mis curvas son parte de él, como mi cara. Me gusta verme bonita  y sentirme deseada, para qué lo vamos a negar. Lo que sí me sorprendió es la reacción de total indiferencia de mi novio. A Javi no parecía importarle lo más mínimo que los otros hombres me mirase de esa manera, incluso alguno de una forma demasiado lasciva. Había chicos de todas las edades y tipos, aunque he de reconocer que ninguno me llamaba tanto la atención como Javi.

Luego, al volver de la playa se lo comenté. Lo habitual era que mis novios no me dijeran nada al verme en topless, pero se cabrearan un poco por la situación. Él me dijo que no era nadie para impedirme hacer nada, y que si quería mostrar mi cuerpo estaba en mi derecho. Que no le importaba que me mirasen porque, de hecho, se excitaba con ello. Y entonces me lo confesó: quería ser cornudo. Siempre había sentido esa excitación al imaginar a sus chicas con otros hombres, y de hecho, tuvo una pareja con la que solían buscar a chicos para que se acostaran con ella, delante de él. Aquella confesión me dejó helada, porque jamás había estado con un chico así. Sin embargo, le agradecí mucho su franqueza, y le prometí que seguro que podríamos hacer algo al respecto…

Encuentro sexual con otro hombre delante de sus narices

Pasaron unos días sin hablar del tema, pero en una cena volví a sacarlo para comentarle que había un chico en la oficina que siempre me miraba mucho. Se llamaba Alberto y la verdad es que estaba como un tren, aunque yo nunca había tenido intención de tener nada con él, porque ya tenía a Javi. Él me dijo que no había problema por su parte si quería tirármelo, pero me puso una condición: quería estar presente durante el polvo. Aquello terminó de sorprenderme por completo, porque una cosa es imaginar y otra cosa es ver como tu chica se tira a otro delante de tus narices. Sin embargo, animada por su determinación, yo le dije que no había problema, y que podíamos intentarlo.

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Días después invité a Alberto a un café, y tan ilusionado estaba que no tardó en intentar besarme en cuanto tuvo oportunidad. Yo le dije que tenía novio, y vi en sus ojos morir todas sus esperanzas, para luego reavivarlas al decirle que teníamos una relación especial, y quería follármelo delante de él. Se quedó un poco extrañado, pero viendo que yo me lanzaba, decidió seguirme el rollo. Nos fuimos a casa, donde Javi ya nos estaba esperando, y nos dejamos llevar por completo en la habitación. Alberto y yo en la cama, desnudándonos y comiéndonos a besos, y Javi en una silla, lo suficientemente apartado, tocándose. Tal vez fuera por el morbo de verlo ahí mirándonos o por la propia situación en sí, pero fue uno de los mejores polvos de mi vida. Alberto estaba nervioso al principio pero luego se dejó llevar y follamos como animales. Javi solo miraba, ni siquiera quiso participar, pero fue algo muy morboso.

¡A mí también me excita!

Y es que debo reconocer que la experiencia me gustó mucho más de lo que yo me imaginaba. Tal vez tenía miedo de que Javi me estuviera colando una mentira y que cuando me viese con Alberto, cortaría al momento conmigo. Sin embargo, se portó genial y ni siquiera se interpuso entre nosotros. Solo nos miraba con una cara de excitación increíble. Por momentos llegué a pensar que le gustaba más eso que hacerlo conmigo. Pero yo estaba tan excitada que simplemente me entregué por completo al placer que Alberto me daba y me dejé llevar. Cuando terminamos, charlé con Javi para ver qué le había parecido, y lo único que hizo fue besarme, darme las gracias y tirarme en la cama para follarme como a una reina. Fue un día espectacular, y esperamos poder repetirlo pronto…